Cuando la semana pasada me preguntaron por enésima vez "¿Para cuándo vas a terminar la tesis?", sorprendió al personal que dijera exactamente "dentro de 21 días". La respuesta no era totalmente cierta porque no iba a empezar a contar en ese momento pero el eslogan estaba en marcha. ¿Por qué 21 días? Por dos razones: la primera porque tengo 21 días sin impartir clases y me da una ventana temporal libre de interrupciones interesante; la segunda porque 21 días es un tiempo razonable para acometer proyectos de mediana envergadura y poder alinear los planetas para que nada ni nadie te interrumpa.

Nada tiene que ver con las aventuras de Samanta Villar y Adela Úcar. No voy a estar 21 días entre cartones, sin comer o en una chabola, aunque entre tanto mensaje de austeridad obligada no me extrañaría que los profesores de universidad nos veamos abocados a ello. Si al final me veo con problemas de copyright, lo pasaré a llamar 21 días y un ratito pero el espíritu seguirá siendo el mismo.

Y como primer plato golosón golosón ofrezco a mis fanes incondicionales un seguimiento pormenorizado que acabará degenerando en reality show de mis últimos días de tesis. 21 días que acabarán si todo va bien con la tesis impresa a todo color. Si la cosa no sale bien, habré tirado un año de dominio y hosting y habré perdido la poca credibilidad que me queda. Una apuesta conmigo mismo que refleja mi espíritu emprendedor cuando alguien me dice "No hay cojones". Ante eso sólo hay una respuesta "No ni na".

Mañana a las 9:00 empieza el reto que retransmitiré en riguroso directo vía twitter.

19 febrero, 2012

Posted In: 21 Días

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