Varios días después de la presentación de los presupuestos generales del Estado, y una vez en frío, me apetecía hacer una reflexión en voz alta de dos cuestiones que me preocupan. En concreto al respecto de la inversión en I+D que se ha visto reducida en un 25% y cuya decisión me afecta directamente.

En primer lugar, en estos presupuestos cargados de austeridad pero carentes de inteligencia no hay ningún sector en el que se mantenga la inversión y que sea estratégico para salir de la crisis. ¿Construcción, ingeniería, nanotecnología, energías renovables, automoción, minería, textil, tapones de botellas? ¿De qué vamos a vivir en los próximos años? ¿Qué es lo que hará incrementar el PIB de nuestro país? El año pasado se decía en la ley para la Ciencia, la Tecnología y la innovación que el I+D+i iba a ser el motor de la recuperación. Todos los científicos españoles estaban de acuerdo en que la ley no valía de nada, pero el espíritu estaba ahí.

En segundo lugar, no me extraña que se reduzca la inversión en I+D+i. Es más, creo que tal y como se estaban haciendo las cosas era necesario. Y para justificar esta barbaridad, nada mejor que hacer un poco de memoria. La i minúscula de innovación es un invento español.  ¿Y por qué se añadió esta letra? Porque la mayor parte de las empresas españolas se dedicaban a solicitar dinero para el I+D y hacían mucho D pero poco I. Vamos, que disfrazaban de algo innovador el hacer una web de comercio electrónico y la administración de turno se lo daba. Porque la empresa es importante, ellos sabrán lo que hacen, son amigos de, si el dinero viene de Europa,... son los argumentos más esgrimidos para acreditar estos proyectos.

En un intento por parar esta vorágine devoradora de recursos, se añadió una i de innovación, un pequeño palito a las siglas, resultando el flamante I+D+i. Buscad las siglas en inglés: R&D, Research and development. Sólo la vais a encontrar escrita como R&D&I cuando un español lo traduce al inglés. Esto demuestra que sólo somos capaces de crear cosas con palo (fregonas, futbolines, chupa-chups...). Somos más catetos que nadie. Puestos a innovar de verdad, propongo llamar a este modelo el I+Da, producto de la combinación de I+D y "Qué más da". Qué más da lo que hagas si te lo van a dar.

En España no sabemos hacer I+D. Vivimos en el hoy, necesitamos inmediatez de resultados y eso es algo que la inversión en I+D no va a dar nunca. Se estima que el retorno de beneficio en la inversión en I+D se da entre los 5 y 10 años. Además, se estima que 1 de cada 10 empresas start-up triunfan, 2-3 sobreviven y 7 mueren. Con estas cifras es de esperar que las empresas en apuros no inviertan en I+D puesto que no tienen recursos propios y los bancos, generadores de esta crisis, no dan ni un duro si no sacan un 10% de margen. Y necesitan inmediatez para recuperarse.

La única vía que veo para la innovación es la creación de start-ups, que surjan del I+D. Y en este proceso intervienen de forma muy activa las universidades y los emprendedores. Por ahora no hay ninguna medida para fomentar el emprendimiento, ni ninguna actuación para fomentar la transferencia de la investigación desde las universidades y centros de investigación.

Creo que da igual cuánto dinero se asigne al I+D. Lo importante es asignarlo con sentido y conociendo el riesgo inherente a esta actividad. Quien no arriesga no gana. Hay que arriesgar más, innovar de verdad, y que los que conceden estos proyectos no se refugien en criterios objetivos que no existen en el I+D. De esta salimos arriesgando y espero que el poco dinero que queda para el I+D en España se asigne con el sentido y la responsabilidad que hasta ahora no se habían aplicado. Y si no es así, me demostrará de nuevo que en este país en lo único en lo que no hay austeridad es en la idiotez. Total, I+Da.

8 abril, 2012

Posted In: Desvaríos

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